lunes, 8 de agosto de 2011

Las Mariliendres.



     Entre el gran surtido de tipos de mujer que habitan el ambiente, sin duda el más peligroso es el de las mariliendres. Como tal, definimos a este espécimen como chicas poco agraciadas (y no se porque, la gran mayoría con algunos kilos de más), que tras sentirse frustradas socialmente en Heterolandia, buscan refugio en los brazos de su gran amigo gay. Por regla general, la relación entre ambos se forja durante la adolescencia. En pleno instituto, la impopularidad de ella, y el echo de que él está siendo objeto de burlas por sus compañeros, hace que se unan en una bonita amistad. Hasta aquí todo bien. Todo se complica cuando el chico gay cumple los 18 y por tanto tiene vía libre para corretear por el ansiado mundo rosa. Ella se ve arrastrada a frecuentar los mismos lugares, acompañándolo como su fiel escudera.

     En los estupendos años dorados que según la mariliendre vivió con su chico gay, compartieron todo cuanto era posible. Una relación de hombre y mujer libre de cualquier tensión sexual. Pero la pobrecilla lo ama en secreto, y lo guarda a su vera como un tesoro. Y es justo aquí donde radica el problema. Lo guarda tan bien, que su única misión es evitar a toda costa que nadie se lo quite.

     ¿Alguna vez habéis intentado ligar con un tio custodiado por su perra carcelera?. Yo sí, y os prometo que ha sido la única vez en todos mis años pisando el ambiente en que desee darle un guantazo a alguien. Allí iba yo, con toda la seguridad del mundo para hablar con el chico con el que me lié semanas atrás, dispuesto a conseguir un poco más esa noche. Todo fué muy bien, hasta que de la nada aparece ese tapón regordete dándome empujones y diciéndome que dejara a su futuro marido, que era de ella ( así tal cual, y se quedó tan pancha, obviando el detalle de la pérdida de aceite de su "amor"). ¿Perdona?.... En un principio, inocente de mí, creí que se trataba de una broma, pero que va. No me dió ningún tipo de tregua. Mientras tanto, el otro nos miraba con todo el cuajo del mundo sin mediar palabra. Fue todo tan patético. Miré al lado y me tentó la escalera. Un empujoncito y esa bolita hubiese rodado de lo lindo, pero tube que hacer un gran esfuerzo para contenerme.

     Así pues os recomiendo que evitéis amistades como esa, si vuestra intención es comeros algo. De lo contrario, se encargará de espantarlos a todos, ya sean malas o buenas oportunidades. Y si elo caso es que os gusta un gay con mariliendre de mochila, olvidarlo, porque no habrá manera.



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